sábado, 15 de febrero de 2014

Todo comenzó un 31 de marzo.......

Un pequeño resumen de mi historia, de nuestra historia.
Mi embarazo fue estupendo, no tuve nauseas matutinas, no engordé demasiado y pude comer lo que quise. No sé lo que es sentir una patadita (muy a mi pesar) lo que después me di cuenta que era un síntoma de lo que venia ( más tarde explicaré esto).
A las 16 semanas de gestación me realizaron la amniocentesis, una prueba que sirve para detectar ciertos síndromes ( para que veas que a veces no todo vale para todo y el hecho de que no te detecten algún tipo de síndrome, no implica que esté todo correcto), así como el sexo del bebé, etc. Por supuesto en mi caso estaba todo bien e iba a tener una niña. Pues bien, pasadas las 38 semanas en las que un embarazo se considera que está cumplido, acudí al hospital a realizar una ecografía, y mi ginecólogo me dijo que la niña estaba sentada, es decir, no se había dado la vuelta. Esperamos una semana más por si aún se daba la vuelta, pero nada (yo quería tener un parto natural, y lo sigo pensando aunque haya mujeres que me digan que estoy loca). Así que me programaron una cesárea. En un principio mi hija iba a nacer un 6 de Abril pero la cosa de complicó y finalmente nació el 31 de Marzo del 2010.
Recuerdo que era un miércoles de ceniza, cerca de las 11 de la mañana, cuando sentí un gran vacío en mi vientre al mismo tiempo que se me caían las lágrimas de la emoción que sentía en ese momento. Y en ese mismo momento, comenzó mi tormento.....
A partir de ahí recuerdo todo con mucha confusión, nerviosismo, la gente de un lado a otro sin decirme lo que pasaba. Me decían que tenía un brazo roto (eso era verdad, Xiana nació con el húmero izquierdo roto) y que tenía que ingresar en neonatos. En fin un mal trago, el peor de mi vida y aun por encima  no pude ver a mi hija hasta el día siguiente.
A la mañana siguiente bajé a la planta de neonatos y recuerdo como si fueran hoy las palabras de mi madre "¿estás preparada?". Buf que palabras más desalentadoras....
Y allí estaba, en una cama caliente tan indefensa y sola (sólo recordarlo me provoca sufrimiento y dolor, no puedo dejar de llorar cada vez que me acuerdo), con su escayola en el brazito y totalmente hipotónica. No se movía, sus músculos parecían de plastilina, tenía las piernas totalmente en posición de rana...pero era mi hija y el sentimiento como madre ya florecía dentro de mi. No quería irme y dejarla allí sola, lo pase fatal, no me pasaban las horas para ir a verla. Fueron casi dos largos meses que Xiana estuvo ingresada en neonatos. Continuará... ABRAZOS y mucho mucho AMOR.

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